«No hemos interpretado los reales miedos, demandas y anhelos de las personas, con todas sus características y diversidades, como también sus distintos contextos territoriales», escribe la diputada Helia Molina en su columna para The Clinic.
Por Helia Molina
Los chilenos y chilenas viven tiempos complejos. Han vivido distintos momentos en menos de 5 años que nos han llevado a distintas condiciones y emociones. Un Estallido social que mostró cómo viven nuestros compatriotas: endeudados, más precarizados, con aumento del costo de la vida y una fuerte percepción de las grandes desigualdades que se generan con el modelo económico y la insuficiente protección social a lo largo del ciclo vital.
Desde 2019, la pandemia de COVID y la crisis económica mundial han profundizado el malestar social. La complejidad del contexto ha puesto en cuestionamiento el rol de la política, así como el rol del gobierno. El sistema político, ha intentado desde sus trincheras conectar con las personas y no ha sido suficiente, la falta de sintonía se manifiesta claramente en el resultado de las elecciones de Constituyentes el pasado 7 de mayo.
Los análisis son muchos, pero lo que está claro, es que no hemos interpretado los reales miedos, demandas y anhelos de las personas, con todas sus características y diversidades, como también sus distintos contextos territoriales. Se suma a esta realidad, una migración descontrolada, que incide en la situación del país y la percepción de la gente, principalmente en el rol adjudicado en el aumento de la delincuencia y del tipo de delito.
El desafío de la centro izquierda y coalición de gobierno, es interpretar a las personas, en todas sus dimensiones, donde ellos sean el centro de cada decisión y en un marco de una mirada progresista, para avanzar en mayor equidad y reducir las brechas con políticas que pretenden disminuir las desigualdades. Aquello implica ajustar y adaptar o integrar las prioridades de la agenda social que explícitamente la ciudadanía pide, siendo capaces de trabajar en unidad para concretar las demandas que hacen sentido a las personas y poder contrarrestar una oposición de derecha dura y descalificadora.
Existen certezas. Debemos dar respuestas a la percepción de inseguridad, hacer políticas públicas y estrategias para generar condiciones de seguridad, dar solución al crimen organizado y al narcotráfico, innovar en seguridad comunitaria y humana, incorporando políticas para jóvenes, educación, urbanización y generación de espacios culturales, trabajando en los barrios para recuperar los espacios públicos, aquí se relevan el rol de alcaldes, gobernadores y otros. Debemos trabajar en conjunto: todos y cada uno de los actores y sectores involucrados en los procesos.
Por último y no menos importante, está la salud de las personas y su salud mental. Hay evidencia que una buena salud está determinada por factores sociales, educacionales, culturales y económicos, sumándose a eso, el ambiente físico y la genética, así como el rol de los servicios de salud, y otros aspectos que impactan directamente a la calidad de vida de las personas.
Porque salud no es sinónimo de no estar enfermo. La salud es un constructo social que integra múltiples áreas: la vida afectiva, los estilos de vida, la alimentación sana, el deporte, la generación de condiciones para que la salud mental sea óptima y eso se logra con un trabajo intersectorial donde todos los actores estén en este constructo. En lo inmediato, tenemos que fortalecer la atención primaria, reducir a la brevedad las listas de espera y mejorar la resolutividad con más especialistas y con mayor equidad en su presencia regional.
No podemos esperar, tenemos que actuar con sentido de urgencia, prioricemos lo que para los chilenos es importante, para que se sientan representados por el gobierno y las fuerzas políticas progresistas que históricamente han luchado por una mayor justicia social. Frente a un nuevo proceso constituyente que renueva la esperanza de terminar la constitución de la dictadura, para avanzar en un Estado Social de Derechos que de respuestas a las legitimas demandas de los chilenos.
*Helia Molina, diputada del PPD